Por Romina Pesalaccia para Pucara.
El presidente Javier Milei firmó el Decreto 563/2025: más de 200 productos mineros, incluido el cobre, dejarán de pagar retenciones. Litio y plata mantienen apenas un 4,5 %. La medida es celebrada por las corporaciones extractivas, pero en territorios como Catamarca se vive como un nuevo capítulo de una historia antigua: un saqueo con más de 30 años de trayectoria, repleto de beneficios fiscales.
No es casual. A tres décadas de la llegada de la megaminería a la provincia, Catamarca sigue siendo una zona de sacrificio, con uno de los índices de pobreza más altos del país. Ahora, con este decreto, se consolida también como un territorio sin IVA ni retenciones, sostenido apenas por códigos tributarios débiles y regalías que, en el mejor de los casos, alcanzan el 3 % del “valor boca de mina”.
La eliminación de retenciones no es un detalle técnico. Es una decisión política que demuestra, una vez más, el rumbo del país: menos ingresos para el Estado y para el pueblo; más privilegios para las empresas; mayor presión sobre territorios que, en algunos casos, ya están al límite.
¿Qué significa realmente para Catamarca que Milei haya eliminado las retenciones a la minería?
Premio sin piso al extractivismo
El Decreto 563/2025 fijó una alícuota (valor proporcional por exportación) del 0 % para más de 200 productos mineros —incluido el cobre—, mientras que litio y plata mantienen un escaso 4,5 %. Provincias como Catamarca quedan convertidas en territorios de libre extracción, sin mecanismos fiscales que limiten o redistribuyan las ganancias extraordinarias.
Una política fiscal que reduce aún más los ingresos provinciales
Las retenciones eran una de las pocas medidas económicas vigentes para captar renta minera desde Nación. Su eliminación significa menos recursos públicos y más dependencia del capital privado, con la excusa de que esto generará crecimiento del empleo en el sector, cuando las evidencias muestran lo contrario: denuncias por condiciones laborales extremas, sueldos muy por debajo de la línea de pobreza y contratación de mano de obra extranjera. Para una provincia que ya vive con regalías bajas, la soberanía fiscal y territorial queda más debilitada que nunca.
Aceleración del saqueo sin freno
Cuando el mensaje es “más extracción, ya”, el impacto es inmediato: mayor presión sobre ecosistemas frágiles y claves para enfrentar la crisis climática, como los humedales andinos. En Catamarca, la competencia por el agua en zonas como Antofagasta de la Sierra ya es feroz. Este decreto profundiza la entrega de los territorios y los expone, en algunos casos, a un riesgo de colapso hídrico.
El RIGI y un paquete hecho a medida
El Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) garantiza estabilidad fiscal por 30 años, exenciones aduaneras y blindaje legal. Ahora, la eliminación de retenciones se suma como un “regalo” extra a las corporaciones, dejando a las provincias atadas a contratos que ni siquiera podrán revisar.
Recortes sociales para regalar ganancias corporativas
Mientras jubilados y trabajadores ven recortados sus ingresos y servicios, el Estado entrega exenciones millonarias a empresas transnacionales. Llamar a esto “desarrollo” es una falacia política que encubre un modelo de saqueo. El ajuste lo seguimos pagando nosotros, con menos educación, recortes brutales en salud y ninguna inversión estatal en ciencia.
La verdadera herencia de un modelo sin límites, y ahora sin retenciones
Lo que sucede en Catamarca es una postal anticipada de lo que puede ocurrir —y, en algunos casos, ya ocurre— en otras provincias: Mendoza, San Juan, La Rioja, Chubut. La eliminación de retenciones no es solo una medida económica; es una nueva afirmación en la declaración de principios de este gobierno: el extractivismo no admite discusión, solo expansión.
La pregunta que queda para todo el país es si vamos a seguir aceptando que el agua —con convenios de privatización con la empresa israelí Mekorot—, la tierra —entregada en enormes extensiones a capitales extranjeros para ser explotada sin límites por monocultivos, minería y fracking— y la vida —en todas sus formas— se sigan entregando por un puñado de dólares que nunca se quedan acá y que solo terminan en los bolsillos de los políticos de turno.
Porque cuando la última gota de un salar se evapore y cuando los ríos dejen de correr, no habrá decreto que devuelva la vida.